Palermo y Monreale



LO MÁS DESTACADO DE PALERMO
Palermo es una ciudad de las mil caras en la que conviven a la perfección varios estilos arquitectónicos. La arquitectura árabe-normanda, un estilo particular de construcción y decoración, surgió en Sicilia durante el siglo XII. En 1072, Robert Guiscard y su hermano Roger, miembros de la familia Altavilla, conquistaron gran parte de Sicilia y Palermo. En los dos siglos anteriores, la isla había estado gobernada por tres dinastías diferentes procedentes del norte de África. La avanzada cultura islámica había favorecido un desarrollo excepcional del territorio, haciendo de Palermo una espléndida ciudad comparable a Córdoba, Jerusalén, Bagdad o Damasco. Los nuevos gobernantes normandos se dejaron seducir por los estilos arquitectónicos islámicos y decidieron aprovechar los conocimientos presentes en la zona para construir sus edificios. Así, se recurrió a artesanos árabes, expertos en el arte de tallar la madera, y a mosaiquistas bizantinos para crear las decoraciones interiores de las iglesias.
Entre finales del siglo XIX y principios del XX, Palermo se orientó hacia un nuevo estilo: Art Nouveau, también llamado Modernismo, para la construcción de Teatros, Villas y Palacios burgueses. La naturaleza, con sus múltiples matices, inspiró esta expresión artística y alimentó la libre creatividad. En la arquitectura surgieron fachadas ondulantes con motivos que recordaban enredaderas y vidrieras que creaban superficies brillantes y tintadas.
Palermo vio florecer el estilo Art Nouveau más elegante y refinado con Ernesto Basile.
MONREALE
Destino de miles de visitantes, la catedral de Monreale es una armoniosa fusión de estilos arquitectónicos normando, árabe y bizantino.
La fachada está flanqueada por dos imponentes torres y el portal principal está decorado con arcos entrelazados que recuerdan la influencia árabe.
Una vez dentro de la catedral, sorprende la increíble serie de mosaicos que cubren unos 6.340 metros cuadrados de los muros.
Los mosaicos, hechos de azulejos dorados, ilustran historias de la Biblia, desde la Creación hasta la vida de Cristo.
El ábside de la catedral está dominado por la imagen de Cristo Pantocrátor, una figura majestuosa que bendice con la mano derecha y sostiene el evangelio con la izquierda.
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